EL MARIACHI: UNA TRADICIÓN MUY MEXICANA

Cualquier mexicano que se respete ha cantado alguna vez —con o sin tequilas encima— al son de un grupo de señores vestidos de charro, con guitarra, violín y trompeta, alguna canción tradicional del género.

Y es que no cabe duda de que el mariachi es parte de la vida festiva de cualquier mexicano.

Como la mayoría de la música tradicional, el mariachi es el resultado de la mezcla de influencias musicales: la de los pueblos indígenas y la europea.

Existen varias teorías sobre sus principios:

La mayoría de los especialistas coinciden en que el mariachi surgió a partir de la invasión francesa al país.

Afirman que la palabra “mariachi” viene del francés Mariage (matrimonio). En Jalisco, durante la ocupación francesa, los franceses contrataban músicos locales para alegrar las bodas; pero es curioso que algo tan mexicano como el mariachi tenga un nombre que no proviene de una lengua indígena, ni del español antiguo, sino del francés.

Otra de las teorías más extendidas es que el son particular que dio origen al mariachi nació en Cocula, Jalisco.

Se dice que cuando llegaron los frailes españoles a Cocula, se dieron cuenta de la facilidad de los lugareños —conocidos como indios cocas— para reproducir sonidos armónicos y, al correr el tiempo y ser totalmente conquistados por los españoles.

Éstos transformaron sus propios ritmos autóctonos y adoptaron instrumentos españoles como el violín y la guitarra y luego el guitarrón y la vihuela, instrumentos característicos para este género.

En la actualidad, la Unesco reconoce el Mariachi como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad con el fin de mantener viva la tradición y celebrar su riqueza, así como existe una reconocida escuela de mariachis para que los amantes del género se formen como músicos profesionales.

Aceptar y reconocer cualquiera de estas teorías de ningún modo le resta mexicanidad a algo que, está por demás decir, es «muy nuestro».